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Las ciudades son presa de una esquizofrenia: ante la ausencia y la asfixia de lo verde, se contesta con una idolatría de la naturaleza. Sobre el plano de realidad entre la botánica y el tejido urbano hay una relación de conflicto en la que el primero está siempre en posición de fuerza. Hay después un plano ilusorio compensativo, sobre el que la naturaleza recupera espacio, en la forma improbable de una religión no creyente. Es una especie de bonsai mental y a veces también un poco snob, que anestesia el conflicto, reduciendo el ámbito de la relación a una pequeña esfera privada y privilegiada.
Con Urban Space Garden, Vincenzo Castella hace una operación opuesta. En Urban Space Garden no hay conjunciones ilusorias, pero hay una línea rota. Las grandes imágenes de Castella impresas sobre tela y colgadas moviéndose como podrían estarlo las ramas de un árbol, nos devuelven una vista cenital de dos ciudades tan dispares como son Malta y Estambul. Estas no se utilizan a modo de una imagen de denuncia, sino que a través de ella se acepta el conflicto y se propone lo que Castella define usando la categoría de “conspectus”: un ver más allá; que es lo opuesto de “prospectus”, la mirada frontal, aquella desde un punto de vista que ya “juzga” y distingue. “Conspectus” en cambio es mirada que se introduce. Es mirada que adentrándose en imágenes como ISTANBUL donde gana un nivel de comprensión inesperado: la ciudad esconde pequeñas Junglas.
Agradecimientos:
Museo Geominero - Instituto Geólogico y Minero de España
Adele Biraghi - Producción y diseño
