ESPAÑOL | ENGLISH

Exposiciones: Regina Gimenez "Más poético que pedagógico y practicable"

Regina Gimenez "Más poético que pedagógico y practicable"

Sábado, 25/Marzo/2023
Sábado, 20/Mayo/2023

Artistas

Artistas colaboradores

Regina Gimenez Curriculum



Dentro de las diferentes líneas de abstracción geométrica que la artista catalana Regina Giménez (Barcelona, 1966) viene desarrollando en los últimos años destaca su producción a partir de la investigación de ilustraciones de libros de texto. En particular, de publicaciones educativas dedicadas a explicar a un público infantil cuestiones científicas como la creación de los planetas, el movimiento del sol y la luna, la formación de las montañas o las corrientes marinas. Normalmente adquiere, en librerías de viejo o en rastrillos, publicaciones obsoletas de los años 30 y 40, seducida por sus imágenes y contenidos desactualizados.

Mediante la ruptura del código explicativo de las ilustraciones, al separar las imágenes y los gráficos de sus notas explicativas o leyendas, que realmente son los que los hacen inteligibles, se genera una descomposición lingüística que provoca que pierda su condición científica y educativa, para pasar al terreno del arte contemporáneo. La parte gráfica y la parte escrita, que ya de por sí son dos códigos comunicativos distintos, pierden su sentido original y son transformados por la artista en otros códigos visuales. El origen, visual o escrito, es descontextualizado y modificado para provocar nuevas lecturas.

“Más poético que pedagógico y practicable” es el título de la exposición que Regina Giménez expande entre dos sedes, las galerías F2 en Madrid y Ana Mas Projects en Barcelona. En esta ocasión, el germen del proyecto es también una publicación educativa, pero que, en lugar de enseñar geología o astronomía, es un plan pedagógico novedoso para enseñar arte. 

El ideólogo es el artista Ángel Ferrant (Madrid, 1890-1961), una de las figuras clave en la renovación escultórica de la primera mitad del siglo XX en España. Aunque se le destaca por su labor creadora, sus investigaciones en las poéticas surrealistas de los objetos, sus experimentaciones dentro del arte cinético, y su vinculación con grupos como ADLAN (Amics de l’Art Nou) o de la Escuela de Altamira, su carácter renovador y vanguardista acabó entrando en el contexto educativo. Desde 1918 ejerce como profesor de modelado y vaciado en la Escuela de Artes y Oficios de La Coruña, en la Llotja (Escola d’Art i Superior de Disseny en Barcelona,1920-1934) y en distintos centros en Madrid (a partir de 1934). El legado de su práctica pedagógica ha llegado hasta nosotros en diferentes formas, como su maravilloso “Pancartas escolares”, manuscrito de sentencias e indicaciones aforísticas de las que se sirvió en sus clases de modelado y que, rotuladas sobre papel, colgaron a modo de avisos en el aula.

Pero también se conservan diferentes gráficos de 1932 que explicaban el nuevo plan pedagógico que proponía para su implementación en la Escuela Llotja, que pretendía abolir la copia y la imitación de la realidad, a cambio de otorgar una mayor libertad creativa al alumnado, desde las etapas educativas infantiles hasta las escuelas de artes y oficios. No todos sus colegas apreciaron de buen grado el plan, que fue tildado de “más poético que pedagógico y practicable”.

Estos gráficos de 1932 son los que recupera y transforma ahora Regina Giménez como primer eje de su muestra. La pieza clave de la exposición es un gráfico que hizo Ángel Ferrant en blanco y negro que resumía su visión pedagógica basada en la imaginación, frente a la formación repetitiva basada en la copia, que era lo que seguía primando en la enseñanza académica del arte en los años treinta, y que en muchos casos sigue aun haciéndolo, casi un siglo después. 

Tras ampliar la imagen y sacarle todo el texto (términos como “Intuición”, “Expresión”, “Espíritu”, “Técnica” o “Conciencia” manuscritos por Ferrant en el gráfico original), Regina Giménez le ha puesto color y lo ha convertido en una obra de gran tamaño que recuerda a una bandera. Todo un emblema en memoria de esa visión abierta y transgresora de Ángel Ferrant.

El proyecto se completa con un segundo eje que llega de la mano del azar: el encuentro fortuito, en una tienda de libros de segunda mano, de la publicación Manos Hábiles. Trabajos Manuales, firmado por Álvarez y editado en 1971 por la editorial Miñón S.A, en la ciudad de Valladolid.

En el extinto ciclo de estudios obligatorio denominado “Educación General Básica (EGB)”, Manos Hábiles suponía el soporte pedagógico de la asignatura de Educación Cultural y Artística. Se componía de distintos cuadernos con sencillas fichas que el alumnado debía completar semanalmente con la ayuda de la Bolsa con material complementario que acompañaba la publicación. El contenido era una amalgama de papeles de diferentes colores, medidas, impresiones y formas geométricas que los estudiantes debían recortar o manipular siguiendo las instrucciones de cada ficha, según el orden indicado por la correspondiente numeración localizada al margen derecho de la lámina.

Son estas bolsas de material complementario el eje del proyecto artístico de Regina Giménez. Como indica la propia artista, “desligadas de sus fichas explicativas correspondientes, pierden toda su lógica y sus referencias para poder realizar los trabajos demandados y se revelan como maravillosas obras con una fuerza plástica propia, que, como los dibujos infantiles, o los de los grandes artistas, parecen estar esperando al intérprete que sepa descifrar lo que nos dicen”.

En una suerte de desacralización del arte, y en una clara apuesta por su concepción lúdica, Regina Giménez invita al juego mediante la vinculación de ideas e imágenes ya conocidas por los espectadores. Las referencias van desde las formas geométricas y planas de las vanguardias europeas de la primera mitad del siglo XX, hasta los cuadernos infantiles que invitan a colorear, recortar o pegar, pasando por imágenes primitivas basadas en formas geométricas simples, pero de gran simbolismo.

Como en otros trabajos previos, Regina Giménez incita al desorden para proponer nuevas imágenes basadas en combinaciones infinitas de formas, colores, repeticiones o juegos de espejos e inversiones. De hecho, algunas piezas son similares debido a que repiten la composición, aunque siguen siendo piezas únicas porque se modifica ligeramente el color de algunas figuras o se recortan algunas partes dibujadas. Además, el papel, al trabajarse, se mancha. Al dibujar encima, se ensucia o se emborrona; al pintar pueden caer pequeñas gotas de manera no intencionada, o al aplicar los colores con el pincel pueden salirse de la línea o mezclarse con otros colores aún no secos en el papel, la tela o el cartón; o los collages, que incluyen “babas” o recortes no perfectos, rasgaduras, o restos de adhesivo. Pero Regina Giménez no limpia o arregla luego estas imperfecciones, nunca esconde los errores o las huellas del proceso, que también son propias del azar, muy difíciles de controlar. Eso también forma parte de su obra y del juego. Por eso el resultado es siempre distinto, y así lo comprobaríamos si pudiéramos comparar el resultado de todos esos estudiantes que rellenaron las fichas de Manos hábiles, aun siguiendo todas las instrucciones marcadas. 

Al igual pasa con la actual “Más poético que pedagógico y practicable”, que es el mismo proyecto con dos sedes. La muestra de cada galería se compone de piezas que podrían aparentar ser idénticas pero que no lo son. 

 

Javier Martín-Jiménez

NOTA: se adjunta una hoja con material complementario



--------------------------


HOJA CON MATERIAL COMPLEMENTARIO

 

Supuesto 1.

Imaginemos una mañana temprano de diario. Por instinto, en semi consciencia, abres los ojos, miras el despertador y compruebas que no ha sonado. De hecho, todos los relojes de la casa han dejado de funcionar. Ni los digitales, ni los de pilas o baterías, ni los de cuerda. Esto mismo ha ocurrido en todas las casas y no hay un solo reloj en el mundo que esté en funcionamiento. 

El tiempo no se detiene, pero sí el sistema universal de medida del tiempo. Como la vida continúa, debemos comenzar a calcular las horas con otros registros: la altura del sol en el cielo, las sombras que proyectan los objetos, la posición de la luna o las estrellas, etc. Con la práctica controlaríamos las señales externas que recibiéramos, pues se irían afinando los sentidos para captar mejor el tiempo estacional, que tras el lineal cronológico es el más sencillo de medir. Primavera, verano, otoño, invierno. Primavera, verano, otoño, invierno. Primavera, verano, otoño, invierno. El canto de los pájaros, el nacimiento de las flores, el olor de la tierra, las mareas. En cada estación estos hechos son diferentes y cambian con el paso de los días. La intuición del tiempo nunca sería una ciencia exacta, pero permitiría el discurrir del día a día, sólo haría falta adaptarse.

 

Supuesto 2.

Imaginemos una pizarra negra enorme que cubre casi por entero una pared de un aula. Sobre ella hay pintadas en tiza blanca cientos de fórmulas matemáticas y ecuaciones químicas o físicas. Hay letras, en mayúsculas y minúsculas -algunas como la X o la P se repiten más que otras-, y números que bailan su posición. Letras y números que en unas ocasiones van juntos, en otras separados, y a veces esos números se hacen pequeñitos y se pegan a la parte inferior de las letras, como si se escondieran, indefensos, tras la fortaleza de éstas. También hay flechas, líneas rectas horizontales y verticales; símbolos de sumar, restar, igualar; letras griegas que rompen la excesiva geometría de las formas rectas, como si hubieran perdido su robustez y tuvieran partes flácidas, danzarinas o nerviosas.

Leemos la pizarra y no entendemos nada. Reconocemos las formas de manera individual, pero no la construcción que forman, aunque la imagen global es muy atractiva, bella sin haberse buscado ese fin en un primer momento. Es indescifrable para nosotros, pero no para quienes conozcan su traducción. Nosotros no somos expertos y no conocemos ese idioma. Pero damos por hecho que todas esas fórmulas tienen sentido, sólo por su apariencia científica.     

 

Supuesto 3.

Imaginemos disponer, al menos durante un tiempo específico, de una mirada limpia, una mirada aséptica, como quien mira por primera vez, sin contaminaciones de ningún tipo. Lo más cercano que podríamos conjeturar sería la mirada infantil, no maleada aún por el orden social, por las normas que acaban regulando la forma de mirar. 

Mirar sin apreciar lo recto, lo organizado, lo normativo; defender lo asimétrico, lo que está fuera de la regla, sin temer lo desconocido, lo extraño o incluso lo que asusta a priori. Disfrutar de la sorpresa ante la novedad más nimia: mirar por primera vez el movimiento de las olas en el mar; la luz descompuesta en colores a través de un prisma; los reflejos distorsionados en ciertas superficies; con un ojo cerrado y otro abierto, observar otros mundos a través del microscopio o el telescopio. 

No tener imágenes como referentes. No tener referencias y verlo todo de nuevas. Desaprender para volver a aprender.

 

Supuesto 4.

Imaginemos la fundación del Instituto Nacional de Investigaciones Científicas basadas en Conjeturas. Una institución cuyo equipo trabaje sólo desde los indicios, con datos no contrastados o incompletos. Una entidad que exija en su metodología la búsqueda del azar, la deriva, la fabulación o directamente el juego. Que su biblioteca sea un referente mundial de publicaciones desfasadas y obsoletas, con una cuidada selección de enciclopedias antiguas, cuyos contenidos sean en buena parte ficción, al tener refutadas muchas de sus teorías.

Para garantizar su visibilidad internacional, se crearían las Becas Plinio, donde las conjeturas no deban ser validadas por sus investigadores, donde todas las pruebas den error porque no puede demostrarse lo contrario. Donde los experimentos aparenten ser objetivos, pero en cuyos propósitos prime lo subjetivo, como la búsqueda de la belleza o la transmisión de emociones.

 

Supuesto 5.

Imaginemos un país que, tras una consulta ciudadana, decide implementar el Servicio Educacional Obligatorio en su población. Cada habitante de ese país debe dedicar entre doce y dieciséis meses de su carrera profesional a la educación, independientemente de los niveles de estudios que haya recibido, porque el servicio no incluye únicamente contenidos curriculares, sino que se busca hacer hincapié en la educación no formal. Cada individuo decide el momento que desea realizar el Servicio, en edades comprendidas entre los 18 y los 65 años. Normalmente, el servicio, que incluye un sueldo base mensual, se presta en instituciones educativas cercanas al domicilio de cada ciudadano, puesto que los seis primeros meses están dedicados a recibir la formación, frente a los seis/doce siguientes que es cuando el individuo pone en práctica lo aprendido en un servicio civil dedicado especialmente a la infancia y a la juventud, pero no exclusivamente. Prestando el Servicio Educacional, los extranjeros pueden verse beneficiados al momento para adquirir la nacionalidad de ese país.

Este Servicio representa un experimento social sin precedentes, y es observado con interés por el resto del mundo. En tan sólo unos años, el país ya se autodefine como “una sociedad que forma a formadores permanentes”. El resultado es, salvo pequeñas excepciones, de un optimismo apabullante. No sólo las instituciones educativas (colegios, institutos, universidades, bibliotecas) amplían sus horarios hasta altas horas de la noche para acoger prácticas educativas, sino que espacios que normalmente no lo hacían, ahora las reciben de buena gana. Se reactivan los espacios comunes de las ciudades, que dejan de ser lugares de paso para ser habitados. Es habitual ver por la calle a gente que lleva bajo el brazo una silla plegable o un cojín, para sentarse en las plazas a participar en clases de filosofía, de primeros auxilios, de cocina, de contabilidad, de literatura, de programación, de ganchillo, de crianza, etc. No importa si algunas clases son más útiles que otras, siempre se aprende algo y no hace falta medir resultados.

La práctica educativa se amplía hasta terrenos insospechados y se diluyen los límites. No se abandonan, por supuesto, las líneas académicas tradicionales, pero la ciudadanía comprende que cada uno de los individuos que conforman la sociedad es capaz de enseñar aquello que se le da bien o tiene experiencia, y lo ofrece a los demás, y a la inversa, también es consciente de sus carencias y que la formación, es cualquier ámbito, le hace crecer como persona. La gente mayor, por ejemplo, ofrece lo que tiene, que es su memoria de vida, y lo comparte con la gente joven para aprender de los errores y aciertos pasados. 

En diez años, el país se ha convertido en una vanguardia internacional, con una población que comparte el respeto por el prójimo. Esto repercute en la evolución social, económica y política del país, que ve crecer exponencialmente su calidad de vida.

 

Javier Martín-Jiménez

 


  Volver a Exposiciones

Otras Exposiciones